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Cómo Reducir el Consumo nos Hace Más Felices y ayuda a cuidar el Planeta

  • Foto del escritor: Sofía
    Sofía
  • 16 may 2024
  • 4 Min. de lectura

Cada día voy menos a Santiago y para mi última visita me sorprendí del bombardeo publicitario que recibes en todos lados, donde constantemente te entregan mensajes de las cosas que necesitamos y que deberías comprar para “vivir mejor”. Donde vivo, afortunadamente, no existen este tipo de publicidades, es un pueblo chico donde prima la vida de campo y mar, es por esto que se me hizo muy notorio el mensaje al entrar a Santiago, pero para quienes están inmersos en ciudades, ya es parte de su día a día encontrarse con este tipo de consumo visual.



Nuestra sociedad está inmersa en un ciclo sin fin de consumo desenfrenado, de tal manera, que nuestro sistema económico depende de ello. El marketing y la publicidad de las empresas se esmeran en crear una sensación de necesidad y deseo por productos y/o servicios específicos, sumado al ritmo acelerado de la innovación y la obsolescencia programada que después de un período de tiempo obliga a los consumidores a desechar y reemplazar sus bienes con mayor frecuencia, y no está de más decir, las facilidades que existen para optar a créditos que nos permiten consumir y satisfacer impulsos de compra inmediata sin la necesidad de contar con los recursos financieros suficientes, generando ciclos interminables de endeudamiento.

 

Este estilo de vida consumista no solo está dañando nuestro planeta, contaminándolo y agotando nuestros recursos, sino que también está afectando directamente a nuestro sentido de vida, nuestra felicidad, salud y bienestar.



 ¿Por qué consumimos como lo hacemos hoy en día?

 

El consumo excesivo se ha convertido en una parte integral de nuestra cultura y nuestra forma de pensar. Desde una edad temprana, se nos enseña a asociar la felicidad y el éxito con la adquisición de bienes materiales. La publicidad persuasiva nos convence de que necesitamos constantemente más para ser felices y sentirnos completos y a la vez determina ciertas formas de actuar en sociedad y entregar afecto ¿Qué le regalaste a tu hijo para su cumpleaños? ¿Cuánto costó el anillo de matrimonio? Estos son sólo un par de ejemplos de los que solemos cuestionarnos respecto a los regalos, su valor y el nivel de importancia de a quien se lo estamos entregando. Cumpleaños, aniversarios, matrimonios, navidad, día de la madre, padre, hijo, etc.. son sólo algunas de las tradiciones que se han condicionado con la entrega de afecto a través del consumo y los bienes materiales y actuar en manera contradictoria se hace extremadamente difícil, porque nadie quiere herir a sus seres queridos.

 

Las consecuencias del consumo excesivo en nuestra sociedad

 

Sin embargo, el consumo excesivo tiene consecuencias profundas y perjudiciales para nuestra sociedad en varios niveles. A nivel social, fomenta la competencia y el individualismo en lugar de la cooperación y la solidaridad. Nos convierte en consumidores ávidos en lugar de ciudadanos comprometidos, y prioriza el bienestar personal sobre el bien común. Esta mentalidad de "cada uno para sí mismo" socava los lazos comunitarios y contribuye a la creciente desigualdad social que enfrentamos en la actualidad.


A nivel psicológico, nos encontramos atrapados en un ciclo interminable de adquisición y descarte de bienes materiales, buscando constantemente la próxima "dosis" de felicidad en forma de un nuevo producto. Sin embargo, esta búsqueda constante de satisfacción a través del consumo solo nos deja sintiéndonos vacíos y descontentos en última instancia, alimentando sentimientos de ansiedad y depresión.

 

Estamos constantemente comparándonos con los demás y sintiendo la presión de mantenernos al día con las últimas tendencias, lo que nos impide disfrutar realmente de lo que tenemos y encontrar satisfacción en las cosas simples de la vida.



¿Cómo enfrentamos esta problemática?

 

Después de examinar las diversas causas del consumo excesivo y las consecuencias que este acarrea, surge una inquietante observación: la sociedad tiende a enfrentar este fenómeno con medidas superficiales que apenas rozan la verdadera raíz del problema. En lugar de cuestionar las estructuras socioeconómicas que perpetúan el consumismo desenfrenado, nos conformamos con soluciones cosméticas que no abordan la esencia del problema.

 

Reciclaje: ¿Solución real o parche?

 


Un ejemplo paradigmático de esta actitud superficial es la manera en que la sociedad aborda el tema del reciclaje. Si bien el reciclaje es una práctica loable, demasiado a menudo se convierte en un paliativo para la conciencia colectiva, una forma de lavar la imagen de una sociedad que sigue consumiendo de manera insostenible. Se promueve el reciclaje como la solución definitiva, mientras que se ignoran las prácticas de producción masiva y obsolescencia programada que alimentan el ciclo del consumo sin fin.

 

Asimismo, las empresas adoptan estrategias de responsabilidad social empresarial que, si bien pueden incluir iniciativas de reciclaje y otras prácticas eco-amigables, a menudo se utilizan principalmente para mejorar su imagen pública y aumentar sus beneficios. Estas acciones superficiales no solo desvían la atención de las verdaderas causas del consumo excesivo, sino que también perpetúan un ciclo en el que la sociedad se siente satisfecha con soluciones de corto alcance que no abordan los problemas sistémicos.


Si bien el reciclaje es importante, no es la solución definitiva al problema del cambio climático, al exceso de basura y al agotamiento de recursos. Si nos enfocamos únicamente en reciclar, estamos tratando los síntomas en lugar de abordar la raíz del problema. Es fundamental reducir nuestra dependencia de los productos de un solo uso y adoptar un enfoque más consciente hacia nuestras decisiones de compra. Esto significa optar por productos duraderos y de alta calidad, reducir el desperdicio y reutilizar siempre que sea posible.

 

Encuentra la felicidad en la simplicidad




En resumen, el consumo excesivo que caracteriza a los tiempos actuales tiene profundas consecuencias para nuestra sociedad y nuestro planeta. Desde la desigualdad social hasta la crisis de salud mental, el consumo desmedido está causando estragos en todos los aspectos de nuestra vida. Es hora de cambiar nuestra mentalidad hacia un consumo más consciente y responsable, y descubrir el poder de vivir con menos cosas, pero con más significado.

 

En Mi Tiny creemos en el poder de la simplicidad para mejorar nuestras vidas y proteger nuestro planeta. Las Tiny Houses son más que simples viviendas; son un estilo de vida que nos invita a reconsiderar lo que realmente necesitamos para ser felices. Al reducir el tamaño de nuestras viviendas a un tamaño justo y adoptar un enfoque más minimalista, podemos liberarnos del peso del exceso y encontrar la verdadera felicidad en las cosas simples de la vida.


No se trata de tener menos, sino de crear más espacio para lo que realmente importa en la vida.

 

 

 

 
 
 

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