Conviviendo en una Tiny House
- Joaquín Rivas
- 20 may 2024
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 8 sept 2024
Mi experiencia personal con Sofia, Maya y Pepita.

Vivir en un espacio reducido puede parecer desafiante y complejo para muchos, pero para nosotros, que ya llevamos mas de un año viviendo en nuestra casita con ruedas, ha sido una gran aventura, emocionante y reveladora, sobre todo este último tiempo en donde ya comenzó el otoño y están apareciendo las primeras lluvias y el clima frío. Donde vivimos uno se empieza a guardar un poco más y a pasar más tiempo en la casa, y bueno, nuestro corazones de abuela no nos permitió dejar afuera a nuestras perritas, por lo que les concedimos el beneficio de entrar a la casa, situación que no ocurrió el año pasado. Se nos hacía chico el espacio, estábamos acostumbrándonos de a poco a vivir en una Tiny House y con los perros adentro no facilitaba este proceso. Pero este año la Maya tuvo una operación importante, le sacaron 2 tumores, tuvimos que cuidarla y mantenerla tranquila para que no se pasara a llevar los puntos, así que le abrimos las puertas al palacio y ha estado con nosotros adentro de nuestra Tiny desde hace 1 mes. Obviamente no podíamos separar al clan y la Pepita agarró vuelo sumándose feliz a estar adentro con todos. Así hemos aprendido y disfrutado la experiencia de convivir en 12,5 metros cuadrados, con 2 perros adentro de la casa este último tiempo, lo cual me hizo reflexionar sobre como han sido estos casi 2 años conviviendo en una Tiny House con Sofi, Maya y Pepita.

El Encanto de vivir simple

Desde que decidimos dar el salto hacia una vida un poco mas simple y minimalista, nos encantamos con el concepto de las Tiny Houses, además, con nuestra realidad financiera de ese entonces y nuestro estilo de vida, creo que era la mejor opción para optar al sueño de la casa propia en la zona rural donde vivimos, fue ahí cuando decidimos construir nuestra propia casa con ruedas. Nos tomó alrededor de 10 meses concretar el proyecto y en el minuto que estábamos listos para dejar nuestro arriendo e irnos a vivir a la Tiny, al principio tuve incertidumbre y un poco de miedo sobre si podríamos adaptarnos a un espacio tan pequeño y sobrevivir en el intento, algunas personas se reían y lo encontraban extremo, me acuerdo incluso que nos dijeron “les doy 6 meses viviendo en esa casita”. Pronto descubrimos que todo el encanto radica en su simplicidad y funcionalidad, en donde, cada rincón fue diseñado para aprovechar al máximo el espacio disponible, que por otro lado, nos obligó a deshacernos de muchas cosas materiales, y que yo estaba convencido de que eran indispensables o fundamentales o que quizás no iba a poder vivir sin ellas, sin embargo, pudimos hacer el ejercicio de dejar ir lo superfluo y crear espacio para valorar lo esencial, y creanme que ha sido un viaje increíble.

Nuestra Rutina Diaria

Una de mis mayores sorpresas fue cómo nuestra rutina diaria se pudo moldear al vivir en un espacio tan reducido. Me acuerdo al principio que el desorden me ponía nervioso, claro que los primeros meses vivimos en la casa, sin baño, sin muebles, sin cajones, con herramientas repartidas por todos lados, polvo, tierra y lo típico de una casa en vías de construcción. Con ayuda de la Sofi aprendí a soltar eso y a preocuparme de las cosas importantes, también a disfrutar los almuerzos sentados en el piso, las risas, las miradas y la satisfacción de estar concretando un sueño.
Luego cuando la casa estuvo terminada, cada actividad se convertía en un baile cuidadoso para evitar literalmente chocar. Y sobre todo este ultimo tiempo en donde somos cuatro, bajarse de la cama por la escalera sin aplastar a nadie, cocinar mientras la Maya y la Pepita ocupan todo el living/comedor/cocina, sentarse a trabajar y no tener donde meter los pies, entre varias otras cosas que pueden llegar a ser un gran desafío, pero que también nos han enseñado a trabajar en equipo y a apreciar los pequeños momentos de conexión, también trabajar la comunicación efectiva y amorosa. Dentro de nuestra rutina diaria está muy presente el deporte y cuando no se está cocinando o comiendo, el espacio común es prácticamente un gimnasio, en donde, caben 2 mats de yoga y podemos practicar o entrenar los dos sin complicaciones.

Convivencia con Mascotas

La Maya y la Pepita son mas que simples mascotas; son parte importante de nuestra familia. Sin embargo, adaptar un espacio tan pequeño para incluir a dos perros no ha sido tarea fácil. Desde encontrar espacio para meter sus camas, acomodarse para cocinar/comer, hasta establecer límites claros dentro de la casa, (prohibido correr, porque no hay lugar) hemos tenido que aprender a equilibrar su necesidades de espacio con la nuestra. Afortunadamente, su amor incondicional y su personalidad hacen que valga la pena, escuchar sus patitas en la mañana y que al saludarlas te muevan la cola, es partir el día bien. Después salir a caminar, a veces siento que no soy yo, quien las saca a caminar, sino que son ellas las que me llevan a mí, es un paseo mutuo. En fin, nuestras vidas no serían lo mismo si no estuviéramos acompañados de la Mayita y de la Pepita.

Vida en Pareja
Uno de los mayores desafíos de vivir en un Tiny House es encontrar momentos de privacidad en un espacio tan compartido, por ejemplo al discutir no hay opción de irse a otra pieza, sin embargo, esto nos ha permitido acercarnos mucho más, en confianza, en tolerancia, en conversar las cosas desde el amor y no guardarse nada, en buscar el bien común, en dejar el ego fuera y en trabajar en conjunto apuntando hacia un futuro prospero. He descubierto que la cercanía física nos ha acercado aún más emocionalmente. Importante también es el contraste que hay entre el interior y el exterior de la Tiny, si bien nuestra casita es pequeña, tenemos un sin fin de espacio natural para descubrir afuera, y un montón de actividades, lo cual, nos permite desenvolvernos de manera individual y como pareja. A veces pienso que vivir en un espacio pequeño te obliga un poco a no evadir, a no saltarse esas conversaciones incomodas, a mirarte a la cara y hablar desde el corazón, porque en una casa chica no hay espacio para el rencor ni el odio. La experiencia de estos años de vivir, trabajar y compartir juntos, a sido muy gratificante y nutritiva para ambos. La convivencia en un espacio tan reducido nos ha enseñado a ser mas pacientes, comprensivos, cariñosos y a apreciar las pequeñas alegrías de la vida. Si bien puede no ser para todos, para nosotros, vivir en una Tiny House ha sido una decisión, de la cual, nunca nos arrepentiremos.



Para concluir, mi convivencia en la Tiny House con Sofía, Maya y Pepita ha sido un viaje lleno de desafíos y recompensas, desde la construcción, las dificultades que surgieron en el camino, las discusiones, los logros, las celebraciones, los abrazos. A través de las risas y las lágrimas, hemos creado recuerdos que atesoraremos para siempre. Porque al final del día, no se trata del tamaño de nuestra casa, sino del amor que compartimos dentro de ella. Tampoco se trata de vivir con menos, se trata de crear espacio para aquello que es importante para ti en la vida.

¡Gracias por acompañarnos en nuestra aventura!
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